Jorge Luis Borges nació el 24
de agosto de 1899 en Buenos Aires, Argentina y falleció el 14 de junio de 1986
en la ciudad de Ginebra, Suiza. Está considerado como uno de los escritores más
destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos, relatos cortos y
poemas, pero ninguna novela.
Los premios de Borges en
relación con su fama son muy escasos. El premio más importante es el Premio Formentor
(España) 1961 por su obra Ficciones, y que lo ganó junto con
el irlandés Samuel Beckett, por su obra Trilogy y a quien desconocía. Después
le ganó el Premio Cervantes (1979) conjuntamente con el escritor español,
Gerardo Diego.
Borges no tenía vergüenza en
decir que no conocía algo o que un determinado autor no le gustaba y que
prefería hablar de otra cosa. Hay una especie de rebeldía y terquedad en su
razonamiento estético. Inventó una nueva manera de leer, de mirar hacia atrás
la historia de la literatura. En su cuento Kafka y sus precursores dice que el
presente cambia el pasado, determina las jerarquías que se establecen en el
pasado. El escritor de hoy no tiene entonces influencias o antecesores que lo
determinen, lo que escribe hoy transforma el mapa de los escritores anteriores
y les da relevancia a unos que no la tenían y hunde a otros que sí la tenían:
lo que hacemos ahora en el presente transforma también nuestra historia.
l Fervor
de Buenos Aires (1923)
l Luna
de Enfrente (1925)
l Muertes
de Buenos Aires (1943)
l El
Hacedor (1960)
l Historia
Universal de la Infancia (1935)
l Ficciones
(1944)
l El
Aleph (1949)
l Elogio
de la Sombra (1969)
l El
Informe de Brodie (1970)
l El
Otro de los tigres (1972)
l La Rosa
Profunda (1975)
l El
Libro de Arena (1975)
Algunos de sus relatos
importantes
l El hombre de la esquina rosada
l El tema del traidor y del héroe
l La biblioteca de Babel
l El jardín de los senderos que se bifurcan
l La muerte y la brújula
l El sur
l Los dos teólogos
l Biografía
de Tadeo Isidoro Cruz
(1829-1874)
(1829-1874)
l El otro
l La pasión según Marcos
l El muerto
l Ruinas circulares
l Abenjacán el Bojarí
l Los conjurados
l Poema conjetural
Borges nació un año antes del
cambio de siglo. Sus relatos casi nunca traspasan esa época, sus personajes no
son de su propia época sino de su niñez o de antes de que él naciera.
El gran amigo de Borges fue
Bioy Casares, por algunos críticos considerado menos inteligente e imitador de Borges,
algo que quedó desmentido en obras de su autoría como La invención de Moretti y el Sueño
de los héroes.
Sí es verdad que hubo una gran
afinidad entre los dos escritores y que muchas veces se hace difícil discernir
entre lo que es de uno y del otro, siendo Borges el peso pesado en esa amistad
y mayor en edad, a Bioy Casares le tocó el papel de discípulo. Han escrito obras en conjunto como las
historias policiales humorísticas escritas bajo seudónimos como las Crónicas
de Bustos Domecq y emprendido diversos proyectos como la Antología
de la literatura fantástica (1940) en la que también colaboró Silvina
Ocampo, escritora argentina y esposa de Bioy Casares.
Borges también entabló amistad
con la cuñada de Bioy Casares, Victoria Ocampo, hija de estancieros y
enormemente rica, que se dedicó a la literatura. Fundó la revista Sur,
determinante en el clima intelectual argentino de entre los años 20 al 50,
agrupando a notables escritores de la época.
Después de los 60 se queda
ciego y empezó a depender de otros para hacer correcciones. Debido a la ceguera
pasaba mucho tiempo en su casa con su madre. Cuando lo invitaban a programas o
conferencias decía siempre que sí, del mismo modo que cuando lo llamaban para
hacerle consultas. Le gustaba recibir gente en su casa.
El
poema de los dones
Este poema tiene carácter
autobiográfico y en él, Borges habla de los dos dones contradictorios que Dios
le concedió: el placer de los libros y la ceguera. En este poema, Borges habla
de un ciego que gracias a la ceguera consigue sustraerse a las cosas
desagradables del mundo y vivir en una especie de ensoñación permanente.
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.
Borges nunca escribió una
novela y ni siquiera lo intentó porque es un artista conceptual, según Ricardo Piglia, escritor y crítico
literario argentino (sus clases magistrales sobre Borges se pueden leer en el
siguiente enlace http://equivocos.com/2017/06/borges-piglia-clase1-transcripcion/).
Si tenía una idea para una
novela y como era perezoso para escribir mucho, entonces escribía en un cuento
de, al máximo, 10 páginas, en el que desarrolla un concepto. El arte conceptual
sería entonces, no hacer una serie de pinturas sino escribir las posibilidades
de una pintura distinta en base a dos o tres conceptos que guían la idea de esa
creación y no la creación en sí misma.
Borges se inspiró en la
técnica narrativa de Macedonio Fernández, quien fuera su gran profesor.
Fernández, profesor de barrio que hablaba en los cafés, un anarquista
intelectual que nunca fue un escritor de gran público, era más un orador que un
escritor, aunque tiene una gran novela Museo
de la Novela de la Eterna, a propósito inconclusa, publicada póstumamente
en 1967. La obra de Macedonio Fernández tiene un estilo no lineal y presenta
discusiones y autorreflexiones a distintos niveles.
Según Ricardo Piglia, la
literatura de Borges es arte conceptual. Hay una idea que Borges trabaja en
cada cuento. Cada una de estas ideas podrías ser una novela. A Borges le basta
con esbozar un argumento. Sus relatos no suelen pasar las 8 páginas. Borges es
escéptico, no aspira a la totalidad, o sea, a la idea misma de la enciclopedia.
La idea moderna de que uno puede encerrar todo el conocimiento del mundo en una
caja. Borges no cree en ello. Para Borges el conocimiento absoluto no existe,
solo el fragmentario y la conjetura. La idea de un conocimiento universal es
ilusoria o ideológica. Cuando hablamos de la totalidad como argumento, es en
general una trampa, trampa ideológica, política, epistemológica. Una que
pretende imponer una visión unilateral e inalterable del mundo. Sobre el
universo, según Borges, solo pueden hacerse conjeturas.
La erudición de Borges es muy
relativa a pesar de lo que se cree. Borges era más un tipo internet surfer, que
un verdadero conocedor de las cosas. Pero ponía en juego los saberes académicos
con un humor sutilísimo.
Ese supuesto almacén del
conocimiento, como lo era, por ejemplo, la Enciclopedia Británica, es una
imagen del mundo, tan relativa como cualquier otra que siempre deja algo
afuera. La brillantez de Borges consistió en hacer ficciones sobre la base de
esta perplejidad.
Borges tiene un gran talento
para buscar afinidades más que diferencias entre las cosas. Descubre lo que las
cosas tienen en común, y en su universo ficcional, todo tiende a identificarse
o duplicarse. Lee la filosofía en clave estética y en sus cuentos siempre hay
citas filosóficas, muchas de ellas como epígrafe. Borges cita mucho a Spinoza, a
Schopenhauer, e incluso a Hegel, para decir cosas que están en fricción con su
pensamiento. Descree y des-lee los textos de manera que los contendidos
filosóficos se corren de lugar abriendo una puerta a nuevas posibilidades reflexivas.
Esto es también lo que fascina de su escritura, su “infidelidad” a los cánones
o a los saberes establecidos. Una
infidelidad llena de humor e ironía.
Borges y yo
“Al
otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y
me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta
cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de
profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los
mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la
prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo
vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar
que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda
tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que
ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar,
quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del
lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente,
y solo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy
cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y
magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser;
la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en
Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros
que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo
traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con
el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que
idear otras
cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. No sé cuál de los dos escribe esta página”.
cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. No sé cuál de los dos escribe esta página”.
FIN
En este cuento
habla del “yo real y del yo mediático”, de como uno vive en el otro y no se
puede desprender de él.
Borges y los espejos
Borges
tenía una obsesión por los espejos, no solo por la confrontación que pueden
provocar con uno mismo al mirarse en ellos, sino también por la posibilidad de
infinitud que ofrecen sus imágenes al colocar dos espejos enfrentados, el
llamado en Holanda “Drost-effect”. por las cajas metálicas de una marca de
chocolate. Sus ficciones siempre terminan sugiriendo esta multiplicación
infinita.
Sus
obras
Borges
empezó como ensayista no como escritor. No se atrevía a escribir ficción.
Primeramente, escribió poemas, entre los que se encuentra Fervor de Buenos Aires
(1923), su primer libro. Lo escribió como redescubrimiento de su ciudad natal,
al regreso al país después de varios años de residencia en Ginebra con su
familia.
Historia
universal de la infamia
(1935) fue su primera obra narrativa. Borges podría haber subscrito la cita de
Joyce acerca de que la historia es una pesadilla. La historia es infame pero
las atrocidades históricas están siempre rodeadas de un espectáculo que las
hace traducibles, razonables, hace que no nos escandalicen.
Un cuento
muy interesante en esta temática es El tema del traidor y del héroe,
incluido en la colección Ficciones (1944) y originariamente publicado en número
112 de la revista Sur. En este relato un investigador del pasado descubre que
la muerte de un héroe independentista irlandés fue un show. Este hombre era un
traidor y los de su bando lo descubren, pero en vez de decirle a la gente que
su gran líder los había traicionado, algo que hubiera estropeado la causa
independentista, optan por castigarlo con la muerte, una muerte “heroica” Basándose
en una historia de Shakespeare, crean un escenario para matarlo en público y que
todos crean que fue asesinado por el enemigo. Todo el mundo tenía un rol
estudiado en esta historia que tenía que quedar para la posteridad como la
muerte de un héroe y no como la ejecución de un traidor.
En Siete Noches (1980) reúne
las siete conferencias dictadas por Borges el
Teatro Coliseo de la ciudad de Buenos Aires en 1977. En estas conferencias
Borges habló sobre La Divina Comedia,
la pesadilla, Las mil y una noches, el
Budismo, la poesía, la cábala y la ceguera.
En El Aleph (1945) aparece
una ventanita por la cual se puede ver todo el universo. Aleph es la primera
letra del alfabeto que contiene a todas las demás. Es la fórmula cabalística de Borges para
hablar de esa totalidad que siempre es un imposible o una trampa.
Un escritor llamado Borges frecuentaba la casa de su difunta amada Beatriz Viterbo en el día del cumpleaños de esta para saludar a su padre y a su primo, Carlos Argentino Daneri, nombre que lo conecta irónicamente con el autor de La divina comedia. Daneri está ocupado en un poema infinito y le muestra una pequeña ventanita en el sótano (el Aleph) mediante el cual puede verse todo el universo al mismo tiempo y a través del cual Borges descubre que éste se acostaba con su amada Beatriz. La venganza de Borges será la de decirle a Daneri que no vio nada. En este relato Borges discute su concepto de la literatura, la mediocridad, la vulgaridad y el amor. Pero sobre todo su concepto de totalidad como algo cuya representación es eternamente provisoria y falaz. Algo con lo que no podemos trabajar. Lo mismo en “Funes el memorioso”. Con una memoria total no recordaríamos nada. Para pensar o para recordar, necesitamos el olvido. La memoria necesita del olvido y la totalidad necesita hiatos, ignorancias, lugares oscuros, manchas, de lo contrario seríamos incapaces de pensar. El olvido es la condición del recuerdo.
Un escritor llamado Borges frecuentaba la casa de su difunta amada Beatriz Viterbo en el día del cumpleaños de esta para saludar a su padre y a su primo, Carlos Argentino Daneri, nombre que lo conecta irónicamente con el autor de La divina comedia. Daneri está ocupado en un poema infinito y le muestra una pequeña ventanita en el sótano (el Aleph) mediante el cual puede verse todo el universo al mismo tiempo y a través del cual Borges descubre que éste se acostaba con su amada Beatriz. La venganza de Borges será la de decirle a Daneri que no vio nada. En este relato Borges discute su concepto de la literatura, la mediocridad, la vulgaridad y el amor. Pero sobre todo su concepto de totalidad como algo cuya representación es eternamente provisoria y falaz. Algo con lo que no podemos trabajar. Lo mismo en “Funes el memorioso”. Con una memoria total no recordaríamos nada. Para pensar o para recordar, necesitamos el olvido. La memoria necesita del olvido y la totalidad necesita hiatos, ignorancias, lugares oscuros, manchas, de lo contrario seríamos incapaces de pensar. El olvido es la condición del recuerdo.
¿Como escribir sobre la
totalidad cuando la escritura es lineal, sometida a un trayecto? ¿Cómo
transformamos la imagen de la totalidad en un desarrollo? A través de la enumeración
caótica:
“…vi
la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía
reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un
gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplican sin
fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba,
vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla,
enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja
española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un
invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las
hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del
escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas,
que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la
Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz
Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la
modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph
la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara
y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían
visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero
que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo”…
El “vi” sirve de hilo conductor, precario, por eso se llama
enumeración caótica.
El
jardín de los senderos que se bifurcan (1942). Un agente de Inglaterra persigue a un espía de
Alemania en el marco de la primera guerra mundial. Los dos son extranjeros. El
agente inglés es irlandés, el alemán es chino. El chino debe dar un mensaje al
Estado mayor alemán, pero está huyendo y sabe que será atrapado. Decide matar a
alguien con el nombre del lugar donde bombardeará el ejército inglés Albert.
Cuando lo encuentra descubre que es un sinólogo que ha descubierto el secreto
de su ancestro, escritor chino: un jardín que es un libro infinito escrito
según la lógica de mundos paralelos.
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius fue publicado por primera vez en 1940 el número 68 de la
revista Sur. Un grupo de conjurados secretos construye una enciclopedia
distinta sobre un país que no existe: Ubquar. Este país, a su vez, tiene su enciclopedia
sobre un planeta que no existe que es Tlön y esta creación pura termina
invadiendo el mundo real. El narrador empieza a descubrir al final del cuento
que hay objetos de Tlön que empiezan a invadir el mundo. Escrito durante la
segunda guerra mundial, Borges hace una reflexión sobre el nazismo en la que
señala indirectamente a Orbis Tertius como el tercer Reich. La idea de que una
construcción ficticia puede invadir el mundo real puede naturalizarse.
De
todo lo analizado llegamos a la conclusión de que el cuento de Borges supone:
l
Una
metáfora de la cultura humana, concebida como una invención y no como una
“acción” sobre la naturaleza.
l
Una
puesta en cuestión de las relaciones absolutizadas por la ciencia entre
observador y observado, recientemente revisadas gracias a la física cuántica.
l
La
imposibilidad de tentar cualquier sistematización segura del universo.
l
Una
parodia al enciclopedismo y su pretensión abarcadora. La enciclopedia es dadora
de una imagen del mundo que es acatada por una cultura, gesto que luego
termina naturalizándose.
l
La
concepción de la Historia como discurso maleable, lejos de la vieja Idea del
pasado como magnitud irrevocable.
l El cuento exhibe el modo en que el lenguaje crea la
realidad y la adapta a sus condiciones.
LA
VIOLENCIA
El
tema del duelo
· La
mayoría de los textos de Borges contiene alguna idea de rivalidad directa, de
duelo, de enfrentamiento.
· Casi
todos esos enfrentamientos se resuelven en una unidad, es decir, los duelistas
que son los enemigos radicales uno del otro, terminan siendo la misma persona.
· Este
duelo suele ser revelador de un destino. Es el destino que le corresponde a ese
personaje desde siempre.
· Los
duelistas suelen terminar siendo dobles. Hay un equilibrio simétrico con ellos.
Ejemplo: la muerte y la brújula, los dos teólogos.
En los duelos se juega el honor.
En los duelos se juega el honor.
El honor
· Las leyes del honor son
premodernas. Supone la ausencia de instituciones reguladoras. Corresponde a la
moral aristocrática independiente del estado.
· Su ethos en forma
“degradada”, Borges lo leyó en las costumbres duelísticas de los compadritos,
que son descendientes degradados del gaucho como personaje emblemático de la
cultura argentina. Entre ellos existe todavía la necesidad de medirse
físicamente, cuerpo a cuerpo, algo que en la modernidad sería inapropiado. En
la modernidad el coraje físico no es necesario, se considera salvaje y los
conflictos parecen regulados por la ley y la burocracia del Estado.
· Sobrevive aún en ciertas
formas de enfrentamiento personal, es parte del
honor ser valiente.
El
culto del coraje
Las
herencias familiares de Borges
La
novela familiar de Borges consta de dos linajes para él muy claros, dos
estirpes. La estirpe criolla, del lado materno. Una familia de “militares y
estancieros” incultos pero valientes, rectos y orgullosos. Fundadores de Buenos
Aires, y héroes de la independencia.
La estirpe europea (inglesa), del lado paterno. El padre era descendiente de pastores anglicanos, intelectuales, maestros. Gente de libros. Escritores y abogados. Borges trata la historia argentina como la historia de su familia.
La estirpe europea (inglesa), del lado paterno. El padre era descendiente de pastores anglicanos, intelectuales, maestros. Gente de libros. Escritores y abogados. Borges trata la historia argentina como la historia de su familia.
Ser o
no ser digno de honor
El duelo pone un personaje a
prueba. Si los duelistas son incultos lo que está en juego es el coraje físico.
Si son intelectuales, en cambio, se pone a prueba su elocuencia y su erudición.
En ambos casos el enfrentamiento pone en juego el honor, la honra, la
reputación, el nombre.
El
destino sudamericano
Borges
piensa que la violencia es “un destino
sudamericano” y esta idea está muy clara en su “Poema conjetural”, también en
el relato “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, en el que un sargento del ejército persigue a un matrero con sus
hombres.
“Yo que anhelé ser
otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano”
(fragmento de Poema Conjetural)
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano”
(fragmento de Poema Conjetural)
En esta última frase se
trasluce la idea de que el destino sudamericano es, inevitablemente, la
violencia. O que hay un sustrato bárbaro en Sudamérica que ninguna civilización
ha podido domesticar.
Borges se mueve aún en
el paradigma de Sarmiento que con su Facundo,
la biografía de un caudillo riojano, asesinado por el presidente Rosas, inauguró
un modelo de legibilidad de la nación, basado en la oposición entre
civilización y barbarie y aunque Borges probablemente está convencido de que
existe la barbarie y de que hay que eliminarla, al mismo tiempo le fascina y
esa fascinación, entre la cual están la idea del coraje y de la valentía, la
vemos en el cuento “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, es una intervención en Martín Fierro, el poema épico gauchesco de
José Hernández, que de alguna manera define un poco la cultura argentina. El
relato cuenta la historia de Cruz, el amigo de Martín Fierro. En el poema Martín Fierro, cuando a Martín Fierro lo
va a detener la policía, Cruz, que manda la partida policial decide pasarse al
lado de Marín Fierro: “gritó que no iba a consentir el
delito de que se matara a un valiente y se puso a pelear contra los soldados
junto al desertor Martín Fierro”. Cruz “comprendió en ese momento que un
destino no es mejor que el otro pero que todo hombre debe acatar el que lleva
adentro”, y el de Cruz era un destino de lobo, no de borrego. Un destino que
en los textos de Borges parece estar ya misteriosamente determinado desde
siempre.
El sur
Este
cuento fue publicado inicialmente en 1953 en el periódico La Nación y
en 1956 en el libro Artificios, la segunda parte de Ficciones.
A Dahlmann
se lo describe como un hombre que (como Borges) hereda
dos linajes. Uno criollo y otro europeo (de Alemania). El criollo representa el
coraje físico, el arrojo, la valentía, la muerte heroica o épica de sus abuelos
y bisabuelos. El europeo representa el mundo de los libros, la educación y el
ensimismamiento intelectual.
Lo que está detrás de este cuento es el famoso libro de Sarmiento “Facundo o civilización y barbarie en las
pampas argentinas” (1845), un libro que definió la cultura argentina y que
Borges nunca cuestionó. Una de las formas de esta dicotomía toma la forma de
una oposición entre Europa, su cultura libresca, la biblioteca, la ciudad y la
disciplina y América, que sería la vida misma, las pasiones desenfrenadas y las
convulsiones del cuerpo. Léase en esto último una referencia al indio, al gaucho,
al negro, es decir, la incultura, la naturaleza y la violencia. Esto para
Borges siguió siendo el marco desde el cual se entiende a la Argentina y lo que
escribió se inscribe dentro de esa tradición.
El desprecio de las clases dominantes argentinas con respecto a un sector
de la población se ve reflejado en una carta que Sarmiento le escribió a Mitre
en 1872.
José Hernández le contesta de algún modo a Sarmiento con la figura del Martín Fierro. Es un poema escrito en la
lengua de los gauchos o recreando esta lengua, donde un gaucho paradigmático
cuenta su vida. Se inventa así la gauchesca como una lengua y un modo de ser.
Es una visión sentimental del gaucho como víctima y como rebelde. Finalmente,
en los años treinta, Lugones consagra al Martín Fierro como una suerte de ética
nacional. Da una conferencia titulada “El payador”, en la que revindica la
cultura autóctona en el nombre del gaucho que, de sinónimo de barbarie,
despreciable, pasa a ser la figura del héroe emblemático nacional. Esto lo hace
en contra de los extranjeros europeos que están llegando masivamente a la
Argentina. Frente al miedo a la desnaturalización de la cultura autóctona,
había que diferenciar claramente entre un extranjero y un nacional. El italiano
que está aprendiendo español no entiende la gauchesca que es una jerga nacional y que sólo el argentino que tiene
familiaridad con el campo o más bien con lo que una tradición folklorista
popular entiende por campo, puede comprender. Es una forma de distinguir dos
culturas, una foránea, los extranjeros inmigrantes (cosmopolitas por lo bajo
porque no son intelectuales) y “nosotros”, los nacionales, que defendemos al
gaucho y su manera de ser.
Todo esto está presente en el cuento del Sur. Dahlmann se sentía hondamente argentino y por lo tanto mistificaba el campo y el gaucho. Borges se burl
Todo esto está presente en el cuento del Sur. Dahlmann se sentía hondamente argentino y por lo tanto mistificaba el campo y el gaucho. Borges se burl
a un poco de sí mismo en este relato porque él mismo se siente atraído por
el coraje y la libertad de la Argentina bárbara aunque en el fondo no cree que
el país deba identificarse con un personaje como Martín Fierro que era
desertor, borracho y pendenciero.
Juan Dahlmann vivía en
Buenos Aires. Era bibliotecario y a costa de algunas privaciones había logrado
salvar el casco de una estancia en el Sur, que fue de los Flores su familia
materna. En los últimos días de febrero de 1939 algo le aconteció. Subiendo una
escalera distraído por un libro que acababa de conseguir, algo en la oscuridad
rozó su frente y se hizo una herida. Fue al hospital y al otro día, el cirujano
le dijo que se trataba de algo serio, pero que prontamente podría convalecer en
la estancia. Cuando es dado de alta hace ese viaje al sur, a la estancia familiar,
viaje que había sido siempre postergado. Mira por la ventanilla del tren y goza
de entrar en ese orden “más antiguo y más firme” que es para él el sur de
Buenos Aires. Tuvo que bajarse en una estación anterior y debía esperar un
carruaje que lo llevara a la estancia. Entró a un almacén y resolvió comer allí
para llenar ese tiempo. De pronto sintió un leve roce en la cara. Era una
bolita hecha con miga de pan y decidió no darle importancia, pero otra bolita
lo alcanzó a los pocos minutos y alguien se las estaba arrojando. Era un
compadrito de otra mesa que lo estaba provocando. El compadrito invitó a
Dahlmann a pelear. El dueño de la pulpería quiso evitarlo argumentando que
Dahlmann estaba desarmado. Pero desde un rincón, lo que Juan había identificado
con ternura como un viejo gaucho de los de antes, le arrojó una daga desnuda
que vino a caer a sus pies. Juan sintió que ya no podía evitar la pelea. Su
apellido había sido pronunciado y él sintió que el mismo sur le ofrecía una
daga para defenderse. Su honor (honor de argentino y honor familiar) estaba en
juego. A pesar de que comprende que será derrotado porque apenas sabe manejar
el arma, sale a la llanura. Pelear era una forma romántica de morir. Pero el
cuento, leído por segunda vez, nos revela una segunda historia oculta y
subyacente. Es probable que Juan Dahlmann jamás saliera del hospital y que su
muerte alternativa haya sido soñada.
Algunas frases del cuento
El accidente
“Ciego a las culpas, el
destino puede ser despiadado con las mínimas distracciones”.
El destino es muy
injusto porque no castiga a los grandes criminales. Si uno se olvida de atarse
los cordones puede caerse y morir. En cambio un gran criminal puede tener una
larga vida.
En el tren
“La felicidad lo
distraía de Shahrazad y de sus milagros superfluos”. Dahlmann leía el libro de Las mil y una noches todo el tiempo y
ese libro le causa el problema. Mientras lo leía es que roza la cabeza con algo
y no se da cuenta. Después se termina dando cuenta que fue una ventana abierta
la que provocó la herida que termina en una septicemia y está a punto de morir.
Esto le pasó a Borges de verdad y también fue por Las mil y una noches. Borges parece relacionar el libro con una
forma de protección frente a la realidad (que siempre es la violencia) pero la
paradoja es que justamente el libro es lo que provoca la muerte de Juan
Dahlmann.
Cuando Dahlmann abre
por segunda vez el libro en el bar del sur es cuando lo provocan estos seudo
gauchos, o sea el gaucho degradado que ve Borges en los compadritos del
conurbano.
Dahlmann
deplora una muerte en el hospital. Puede que el sueño le conceda una muerte
alternativa (ver “El milagro secreto”). El libro árabe y la historia marco, la
historia de Sherezade, tienen mucho que ver: prolongar la vida con una nueva
historia/sueño. Las Mil y una noches suponen además un libro infinito.
El final de la historia queda abierto en dos sentidos: No sabemos el resultado
del duelo. No sabemos exactamente dónde muere Dahlmann.
Dahlmann, de pronto, sintió un leve roce
en la cara. Junto al vaso ordinario de vidrio turbio, sobre una de las rayas
del mantel, había una bolita de miga. Eso era todo, pero alguien se la había
tirado. Los de la otra mesa parecían ajenos a él. Dahlmann, perplejo, decidió
que nada había ocurrido y abrió el volumen de Las Mil y Una Noches, como para
tapar la realidad. Otra bolita lo alcanzó a los pocos minutos, y esta vez los
peones se rieron. Dahlmann se dijo que no estaba asustado, pero que sería un disparate
que él, un convaleciente, se dejara arrastrar por desconocidos a una pelea
confusa. Resolvió salir; ya estaba de pie cuando el patrón se le acercó y lo
exhortó con voz alarmada:
-Señor Dahlmann, no les haga caso a esos
mozos, que están medio alegres.
Dahlmann no se extrañó de que el otro, ahora, lo conociera, pero sintió que
estas palabras conciliadoras agravaban, de hecho, la situación. Antes, la
provocación de los peones era a una cara accidental, casi a nadie; ahora iba contra él y contra su nombre y
lo sabrían los vecinos. Dahlmann hizo a un lado al patrón, se enfrentó con los
peones y les preguntó qué andaban buscando.
Desde un rincón el viejo gaucho estático, en el que Dahlmann vio una cifra del Sur (del Sur que era suyo), le tiró una daga desnuda que vino a caer a sus pies. Era como si el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo.
Desde un rincón el viejo gaucho estático, en el que Dahlmann vio una cifra del Sur (del Sur que era suyo), le tiró una daga desnuda que vino a caer a sus pies. Era como si el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo.
Dahlmann
se inclina por su familia criolla, por su familia aventurara y violenta porque
es un romántico y es un romántico porque tiene sangre alemana por parte de su
padre, los alemanes fueron los que inventaron el romanticismo. Aquí radica la
ironía de Borges: todo lo nacional es siempre extranjero, incluido el
sentimiento más nacionalista, incluido, por supuesto, el romanticismo que anima
ese nacionalismo. La voz del Sur, el representante de ese Sur es, en el cuento,
el viejo gaucho que está en el suelo y que le tira el cuchillo. Las miguitas,
el cuchillo del gaucho y su nombre pronunciado por el patrón del bar, en el
fondo cosas anodinas, son los elementos que hacen que para Dalhmann sea
inevitable el enfrentamiento. A estos se les suma la necesidad
romántico-criolla del personaje de no poder quedar como un cobarde.
Dahlmann se inclinó a recoger la daga y
sintió dos cosas. La primera, que ese acto casi instintivo lo comprometía a
pelear. La segunda, que el arma, en su mano torpe, no serviría para defenderlo,
sino para justificar que lo mataran.
Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor.
Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor.
Dalhman
pensó dos cosas: primero que ese acto casi instintivo de aceptar el cuchillo lo
comprometía a pelear y la segunda, que el arma, en su mano torpe, no serviría
para defenderlo sino para justificar que lo mataran.
Sintió, al atravesar el umbral, que
morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una
felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le
clavaron la aguja. Sintió que si él,
entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que
hubiera elegido o soñado.
Aquí Borges presenta
otro indicio de que el trayecto se desvió oníricamente que en la historia real
va hasta el hospital y se queda allí; que en la historia alternativa es un
sueño de la anestesia, que él está a punto de ser operado y que sueña con una
muerte posible, una muerte mejor que él hubiera elegido.
Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo,
que acaso no sabrá manejar, y sale a la
llanura.
La llanura es la pampa, la imagen romántica que
tiene Dalhmann del sur, de ese terreno llano y verde en el que mueren los
valientes.
La posibilidad de un coraje
moderno
¿Podemos
pensar en un coraje moderno? ¿Es posible decir que el coraje y el honor ya no
existen para nada o son formas que transformadas podrían jugar un papel en
nuestra vida?
No
sería necesariamente un celo por la honra, ni tampoco un culto a la valentía en
sí misma, quizás. Pero sí una nueva idea de honor.
El
coraje moderno, como veremos en futuros relatos, tendría más que ver con un
atrevimiento, una insolencia frente a lo que hay. Se necesita coraje para
desafiar la normalidad. Para ser fieles a una idea nueva que se abriese camino
rompiendo la inercia de la convención y los privilegios y la hostilidad que
provoca lo nuevo.
La
nuestra es una vida de protocolos preestablecidos, de múltiples vigilancias, de
tiranía económica de la rentabilidad y del rendimiento, de sometimientos
visibles e invisibles, de regulaciones implacables. Son formas de captura del
individuo, de su subjetividad para volverla productiva. Todo eso puede ser
hostil a lo verdadero que siempre se conquista enfrentando a lo instalado y
naturalizado. Estar poseído por una idea novedosa, serle fiel, exige coraje y
renuncias.
Magister
Fernanda Martino
Resumen de la conferencia de
Gabriel Inzaurralde
(2018, Universidad de Leiden)
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